domingo, 19 de agosto de 2012

Epílogo.

 Hoy he devuelto esas seis horas que un día me regalaron. Hoy he pasado la noche sentado, entre música y sueño, entre gente y nubes. Hoy he vuelto a España. Ahora mismo, escribo por primera vez este blog desde casa. Ahora mismo, debería estar durmiendo. Ahora mismo, deberían ser las cuatro de la mañana para mi. Ahora mismo, me estoy dando cuenta de lo que he dejado atrás.
 No es porque se llame New York. No es por que tenga edificios inmensos. Ni siquiera es por Central Park. Es lo que te da New York. Es poder hacer cuanto quieras donde quieras y prácticamente con quien quieras. Es todo lo que no tengo aquí, es todo lo que quiero y voy y lo encuentro allí. Bueno, quizá no todo. No, todo no. Una parte de mi tiene su lugar aquí, pero la otra pide a gritos salir de este hoyo. No es algo nuevo, no es algo que vaya a quedarse así. 
 Tengo algo claro, y es que he dejado cosas por hacer a drede. Tengo algo claro, y es que voy a volver allí. ¿A vivir? Con total seguridad ¿Para siempre? El destino dispondrá.
 Por último, quiero daros las gracias y a la vez pediros perdón. Gracias por haberme leído. Perdón por ir decayendo conforme han pasado los días. Esto empezó como una especie de diario que empezar en el avión, una idea surgida del aburrimiento y de la emoción y se me ha ido de las manos. Se os ha ido de las manos. Si algo es cierto, es que el blog refleja a la perfección el devenir de mi estado tanto anímico como físico, pero hay una idea que prevalece: llevar hasta el final lo que un día empecé. 
 Tengo una deuda, una deuda con vosotros que habéis dotado de sentido a esta aventura.


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